La colonia fue un período que contó con varios elementos característicos; uno de ellos fueron las fiestas que se realizaban en gran número y a lo largo de todo el año, con una duración indefinida alcanzando incluso 3 o 4 días. Además, éstas podían ser tanto públicas como privadas, donde asistían gente desde lo más bajos círculos sociales hasta las altas elites, con el fin de sobrellevar un momento difícil, sociabilizar o formar lazos familiares. Es así como muchos historiadores describieron a estas reuniones sociales.
"Las fiestas, las diversiones, los juegos, en una palabra, lo lúdico, ayudaron a sobrellevar las extenuantes cargas, que la sociedad le había asignado por fuerza. Sin ellos su existir hubiese sido gris y no menos enojoso". (1)
Pero fuera de divisiones socio-económicas encontramos elementos característicos que componen estas celebraciones; ya sea la música, baile o comidas, muchas de las cuales hoy conforman nuestro patrimonio nacional.
Las celebraciones públicas por el acceso al trono de un nuevo monarca, el nacimiento de un heredero real o la recepción de las autoridades coloniales llegadas a Chile eran anunciadas a los súbditos a través de reales cédulas donde se les ordenaba realizar las ceremonias y demostraciones de alegría y fidelidad correspondientes, conformando un conjunto de fiestas que servían como medio para reafirmar los vínculos de fidelidad entre la comunidad y la monarquía española.
En los campos los niños y trabajadores de las haciendas eran atraídos por la pelota; en los pueblos chicos, para las Fiestas Patrias, un juego característico era el Chancho que consistía en pasar arrastrándose por un túnel suspendido sobre un eje girando y produciendo la caída del que lo intenta atravesar.
Así es como muchas de las celebraciones que en la época colonial se hicieron características fueron traídas desde España y mezcladas con las costumbres realizadas en el campo, naciendo una fusión hispano chilena e hispano indígena que se denota en diversos juegos como la chueca, la taba o las chapas; éste último nacido con la moneda Cara y Cruz.
En los sectores campesinos, villorrios y ciudades importantes con motivo de programaciones populares se realizaban diversas carreras de caballos, entre las que se destacan las alcancías, el correr cañas y el correr sortijas.
Las alcancías eran unas bolas llenas de flores, cintas, aguas de olor y polvos perfumados que se tiraban entre los jinetes mientras estaban corriendo y que eran recibidas en un escudo donde se quebraban. El correr cañas fue un juego primeramente introducido en España por los árabes con el nombre de “correr o jugar cañas” y que consistía en una pelea a caballo entre diferentes cuadrillas utilizando cañas. Correr sortijas era un torneo que ejercitaba la destreza y que trataba en ensartar, corriendo a caballo, en la punta de una vara una sortija pendiente de una cinta a cierta altura.
Las Corridas de Toros fueron traídas por los españoles y llegaron a Chile en el siglo XVII transformándose en una de las actividades con mayor repercusión en la época colonial y siendo utilizada en grandes celebraciones como la fiesta de San Bartolomé o el casamiento del presidente Tomás Marín de Poveda y Juana Urdaneta.
Durante el siglo XVIII, se pasó del toreo a caballo al de pie y comenzaron a construirse las primeras plazas provisorias y a cuenta de los organizadores de la fiesta pero la oposición eclesiástica puso constantes obstáculos a la iniciativa.
Fue en estas plazas que otro elemento característico nació de las fiestas públicas; las cabalgatas o carreras de caballos, y que en 1785 se reglamentaron creando una pauta de normas para las apuestas, la forma de correr, los días que debían realizarse, sobre los jueces y sus atribuciones. Así nacieron distintos tipos de carreras de las cuales cabe destacar una de las más populares y que perdura hasta hoy; las carreras en pelo o a la chilena. Esta consistía en que el jinete monta sin montura, sin espuelas ni bridas, agarrándose solamente de las crines por un camino real o una alameda hasta llegar a la meta. Aquí el interés de la ganancia es absolutamente secundario ya que la carrera se hace tan sólo por el placer que experimenta el dueño al tratar de conseguir el triunfo del animal.
"El hecho de que los cometas volasen por los aires y que fueran armadas, originó serios percances tanto a las personas como a las propiedades. El volantín abatido, sin hilo que lo controlase. Constituía un peligro para los espectadores, expuestos a que una caprichosa bocanada de aire lo lanzara contra ellos. Había que añadir también otro peligro. Los derrotados dueños en su anhelo por recuperar los despojos, trepaban a balcones y tejados con el consiguiente destrozo de las techumbres. Esto, que de por sí ya era un riesgo considerable, aumentaba cuando quedaban enganchadas por restos de hilos en aleros y carnizas. Al tirar de ellas para recobrarlas, con frecuencia arrastraban tejas y ladrillos con la cometa, ocasionando heridos e incluso muerte a ciertos interesados transeúntes". (2)
Las peleas de gallos consiguieron tal aceptación entre los habitantes de los países americanos, que llegaron a incluirlas en los actos de casi todas las fiestas, tanto en las solemnes como en las informales, sin distinguir el sexo, la raza, ni la clase social de sus participantes.
"La afición a los gallos en el Nuevo Mundo fue universal. Participaba, por lo general, toda la sociedad, desde las personas distinguidas, hasta los esclavos. En una pelea se podía ver 'gentes de distintas calidades, índoles y educación'. No era extraño encontrar menestrales y jornaleros que abandonan el trabajo, abstraídos en el juego, igual sucedía con los hijos de las familias notables y con simples siervos. Dentro de la gallera se producía una pequeña revolución social. Junto a un blanco influyente estaba un esclavo, codo a codo, y no era raro ver a un hombre de color o un indio ocupar asientos preferentes, mientras un acaudalado criollo contemplaba el espectáculo incómodamente de pie". (5)
Aquí, el sitio donde se efectuaban las luchas se llamaba reñidero, un círculo cuyo centro estaba alfombrado o con ripio y estaba rodeado por esterilla.
Las luchas de gallos chilenas se desarrollaron hasta 1808, cuando fueron suprimidas por decreto del gobierno.
La esperanza que se depositaba en el gallo de pelea era tan grande que a veces la familia podía pasar hambre por alimentarle a él, pues necesitaban mantenerlo fuerte para que ganara las luchas y recibir el dinero de las apuestas.
Pero todas las celebraciones siempre coincidían en un mismo elemento; la música, el baile, la comida y la bebida.
La música y el baile eran utilizados principalmente en las celebraciones espirituales expresados a través de cantos gregorianos entonados por sacerdotes y soldados; en cambio la música “de ocasión” se caracterizaba por la improvisación. Uno de los cantos predilectos en la época colonial eran los Villancicos con el objeto de ser cantados durante la Pascua, en los nacimientos y pesebres, fiestas que generalmente eran populares.
El baile corresponde a uno de los elementos más variados y adaptables según sea su objetivo. En las celebraciones religiosas el baile procesional cumplía un papel fundamental ya que representaban los saludos a la Virgen.
Otra de las danzas ceremoniales de inspiración hispánica fue la danza de la Tarasca y de la de los Gigantones; aunque existían bailes que sólo tenían como objetivo la diversión y era realizados en las chinganas y remadas.
La bebida la encontramos en todas las celebraciones y tipos de fiestas como las chinganas o pulperías. Aquí se tomaba el mate, la chicha y el vino, el cual era infaltable en los banquetes y festejos donde era muy reconocido y alagado.
"No obstante y, a pesar de todos los obstáculos que el individuo tuvo que eludir, fue quien mejor parado salió, pues encontró en las diversiones y pasatiempos, compañeros puntuales y perseverantes que le ayudarían en sus muchos momentos de desánimo y desesperanza". (6)
De este pensamiento escrito por Ángel López podemos concluir que sin estas fiestas muchas de las costumbres características de nuestro país no estarían; además que, sin importar el sector socio económico, la celebración realizada o el país de donde provenga, existen elementos característicos como la música, comida o bebida, que podemos encontrar en todas las celebraciones, aunque con algunos toques de variación pero que tan solo están hechos para cumplir la función de dar el carácter del lugar en que estas manifestaciones se realizan; muchas de las cuales han perdurado por mucho tiempo conformando lo que hoy es parte de nuestra cultura nacional.
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(1.-López Cantos, Ángel. Juegos, fiestas y diversiones en la América española. Colecciones MAFRE. Madrid. 1992, pág. 16)
(2.-López Cantos, Ángel. Juegos, fiestas y diversiones en la América española. Colecciones MAFRE. Madrid. 1992, pág. 241)
(3.-Gobernador Luis Muñoz Guzmán. En López Cantos, Ángel. Juegos, fiestas y diversiones en la América española. Colecciones MAFRE. Madrid. 1992, pág. 242)
(4.-Plath, Oreste. Folclor chileno. Editorial Grijalbo. Santiago. 1994. pág. 242.)
(5.-López Cantos, Ángel. Juegos, fiestas y diversiones en la América española. Colecciones MAFRE. Madrid. 1992, pág. 232-33.)
(6.-López Cantos, Ángel. Juegos, fiestas y diversiones en la América española. Colecciones MAFRE. Madrid. 1992, pág.18.)
BIBLIOGRAFÍA:
- http://www.memoriachilena.cl/mchilena01//temas/dest.asp?id=musicavalpozamafondas
- http://www.oresteplath.cl/antologia/juegydiv2.html
- http://www.orestaplath.cl/antologia/origyfolc6.htm
- http://www.memoriachilena.cl/mchilena01/temas/index.asp?id_ut=fiestasreligiosasyritospoliticosenchilecolonial
- http://www.escaner.cl/escaner45/reportaje.html
- Kuncar, Josefina Bárbara. Fiestas y diversiones coloniales durante el siglo XVII. Tesis de Licenciatura en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2000.
Daniela Raviola